Existen 3 razones por las cuales gritamos:
- 1) Espantar a un posible atacante,
- 2) advertir a otros de un peligro
- 3) por llamar la atención.
Sin embargo, cuando algo nos causa dolor también gritamos para aguantar. Hasta los animales lloran, gruñen o chillan al sentir dolor.
Después de que un grupo de personas fueron expuestas al dolor que provoca el agua helada en el cuerpo se notó que aquellas que gritaron y/o dijeron palabrotas resistieron más que las que no lo hicieron.
Como menciona BBC , la zona de nuestro cerebro donde se originan las palabrotas es la misma donde se esta la amígdala cerebral, que controla la llamada “huir o luchar”, que es decir que nos prepara para afrontar la acción y reduce la sensibilidad al dolor.
Y se vuelve más interesante si tomamos en cuenta que solo las palabrotas y blasfemias provienen de esa zona, pues el resto del lenguaje viene del hemisferio izquierdo.
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